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Hecho diferencial y judicialización del deporte

La Real podrá utilizar a Nihat libremente, junto a sus otros tres extracomunitarios, porque ha encontrado juez que se lo autorice. Lo leí anteayer en AS y recordé el comentario de Guasch el lunes al gol de Gurpegui en el Camp Nou: El gol que no debió existir, lo llamaba. Y se preguntaba qué llegaría antes, si el cierre de Gurpegui o el cierre del Camp Nou. Dos casos dilatados mediante el recurso a la justicia ordinaria, ruptura de un pacto general sin el que el deporte difícilmente es posible. Ahora es la Real quien por la misma vía obtiene una ventajilla: la comunitarización de Nihat.

Preguntaba un lector hace un par de días en la sección de cartas al director, que por qué tanta preocupación por el cierre del Camp Nou. Que dejemos al Barça con sus cosas. Pues preocupa porque no son sus cosas, sino las cosas de todos, y por la incómoda sensación de que en dos territorios de este país se está haciendo norma salirse del acuerdo común. Lo que hace la Real con Nihat tiene su principal precedente en la zaragata que montaron Tau y Barça hace pocos años en el baloncesto por comunitarizar a unos lituanos. Aquello produjo un gran enfrentamiento institucional.

Con todo el respeto, sincero, por el hecho diferencial y por las aspiraciones centrífugas de una parte de la población de aquellas comunidades, hay que decir que así no se puede estar en el deporte. No se puede judicializar el deporte, porque eso lo hace inviable, y no se puede pretender un deporte de dos velocidades. Aquí no vale federalismo asimétrico. Aquí sólo cabe seguir los acuerdos comunes. Hacer lo contrario es malo para todos. Es aprovechar un entorno agitado para tomarse ventajas sobre el resto. Es hacer trampa poniendo cara de ciudadano honorable en uso de sus derechos.