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En cierta ocasión me comentó Miguel Ángel, felino portero del Madrid de los años 70, que lo peor en su puesto no es ser suplente, sino perder la esperanza de recuperar la titularidad algún día. Él no tenía ese problema, a pesar de compartir vestuario con otro gato de las porterías: García Remón. Los dos eran tan buenos que sólo perdían su hueco en el once inicial cuando uno de ellos caía lesionado. Pero con Palop y César el planteamiento es menos romántico. Simplemente, no tienen la menor opción de ser titulares. Eso sí, lo llevan de forma diferente...

César es un buen portero de Primera, pero por delante tiene a Iker Casillas... ¡El mejor del mundo! César gozó de su momento de gloria hace dos temporadas (con argumentos difusos y de poco peso), pero no supo aprovechar el favor que le hizo Del Bosque. En el Camp Nou se comió un gol de Xavi y en la final del Centenariazo estuvo negado encajando los dos goles de Sergio y Tristán entre sus piernas. César tiene tablas y en muchos equipos luciría, pero debe asumir que es el suplente del nº 1. Del mejor...

Palop, al que tengo el gusto de conocer por compartir con él veraneos en Gandía, ha sabido esperar su momento poniendo en un brete a Benítez. Cada vez que juega se sale y para como los ángeles. Cañete es mucho Cañete, pero Palop no le desmerece nada. En absoluto.