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Si el fútbol fuera negocio lo tendrían los bancos

La frase no es mía, sino de uno de los tipos más geniales que ha dado el fútbol: Pepe Samitier. Jugador glorioso antes de la guerra y secretario técnico después de ella, dejó para el fútbol tantas frases como El Gallo para los toros. (El fútbol tiene menos percha literaria y guarda menos memoria de sus grandes que los toros, lo que no deja de ser una pena). Yo rescato aquí la frase porque viene al pelo ante la crisis-fiasco del Leganés, equipo al que un avispado empresario del espectáculo, Grinbank, acudió en busca de negocio, y del que se ha ido dejando a todo el mundo tirado.

Hablé con Grinbank en su día y lo que sí puedo decir es que su discurso era claro: concebía la aventura como un negocio. Entre el público local de Leganés y la numerosa colonia argentina en Madrid construía un cuento de la lechera que culminaba con el ascenso, los grandes derechos de televisión y la quimera de una buena gestión. Total, negocio seguro. La verdad final ha sido que ni argentinos ni leganeses se han interesado por ese mixto que dio en llamarse Leganés Juniors, que el campo estaba vacío y que el aventurero de fortuna ha salido corriendo y si te he visto no me acuerdo.

Avispados así se acercan con frecuencia al fútbol. Ven que mueve mucho dinero y creen tener una idea original que les permita rebañar una parte. Pero luego se encuentran con la realidad: en el fútbol los únicos que ganan dinero son los futbolistas y sus agentes, porque la dinámica del negocio arrastra a un continuo gasto (siempre precipitado y mal calculado) en más jugadores, con el sueño de mejorar los resultados y tener más contento al público. Al final, deuda, deuda y deuda. O sea: no es negocio. Si fuera negocio, hace tiempo que lo tendrían los bancos.