Más que un cante
No es que a Iker Casillas se le haya atragantado tanto elogio, es que el equipo está mal, muy mal. Anoche se le vio frío, indolente, sin chispa, con plomo
en las botas. Este partido se recordará por el cante del portero, que le regaló el gol a Karpin, como se recuerda la victoria ante el Murcia por el golito conseguido por Raúl. Pero en una semana también se ha visto algo más. Apelmazado Ronaldo, triste Roberto Carlos y fatigado Zidane, el Real Madrid parece poca cosa.
No soy de los que piensan que el equipo se ha vuelto tan calculador que está dosificando fuerzas para el decisivo mes de marzo que se les avecina, sería la leche. Más parece un problema de falta de minutos de entrenamiento.
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Echen cuentas y verán que en los últimos 30 días apenas acumulan diez horas de entrenamiento. Entre fiestas, chupetines, viajes y días de descanso de propina, currar han currado poco. Y eso se nota en los partidos que juegan. Desconozco si tal anarquía estaba planificada por el cuerpo que dirige Carlos Queiroz o es simplemente que se ha ido plegando a las sugerencias de los jefes de vestuario, que no se cansan de pedir festivos extras. Luego está la palmaria demostración de falta de banquillo que tiene el Real Madrid esta temporada. El pasado año había excedente de jugadores suplentes y acomodados y ahora, salvo Santiago Solari, poco que rascar cuando las cosas se tuercen. Ni Guti aprovecha ocasiones como las que tuvo ayer. Igual viene bien que Casillas y sus paradas providenciales dejen de esconder la realidad preocupante de
este equipo.
