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Algún día se lo reconocerán

A veces me pregunto dónde estaría el Madrid sin Casillas. El modelo que propone Florentino me parece fascinante por lo que tiene de hermoso y atrevido, pero cada vez tengo más claro que está sostenido por los milagros de este portero al que apenas se le permite reposo. Resulta que anoche el Madrid tenía que jugarse los cuartos de Copa en Ipurúa y que todos los titulares, excepto uno, tenían permiso para descansar. Ese uno era justamente Casillas, que respaldó la inexperiencia y falta de fuste del equipo con otra de las actuaciones que prodiga. Y gracias a él, el Madrid sigue vivo. ¿Y por qué tuvo que jugar? Porque César aunque juega poco se lesiona mucho. Le pasa lo que le pasaba en su día a Manolín Bueno, siempre detrás de Gento, y cuando Gento no podía jugar él estaba lesionado. Porque el tercero, Carlos Sánchez, tiene una lesión que los médicos tardaron en descubrir, y le operaron tarde. Porque el del Madrid B tiene veinticinco años y no puede subir al A, muestra del desorden que hay en la cantera, sobre el que algún día volveré. Porque el segundo del Madrid B también está lesionado... En fin: porque Casillas es imprescindible.

Y cuantas más cosas hace Casillas más me admira la falta de devoción que siempre he detectado en la casa hacia él. Del Bosque estaba loco por cambiarle por César. Aún no ha llegado el día en que este muchacho haya disfrutado un elogio de Florentino o Valdano en proporción a sus méritos. Cuando le han quitado no se quejó. Cuando volvió, no pasó cuentas a nadie. Cada semana vive en el alambre, pagano del estilo gloriosamente despreocupado del equipo, equipo río, que va y no vuelve. Anoche intervino veintidós veces. Varias fueron decisivas. Algún día se lo reconocerán.