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Fueron días muy duros

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En la literatura de la traumatología deportiva es difícil encontrar casos clínicos como el que afectó al mítico Gárate. Infecciones por bacterias que han afectado al hueso y han dado lugar a una osteomielitis se han descrito y conocemos casos que han obligado al abandono del fútbol profesional, aunque posteriormente han permitido al afectado seguir su carrera como entrenador. Pero infecciones producidas por hongos con resultados y secuelas catastróficas para el deportista, prácticamente no se han dado. En el caso de Gárate el contagio se produjo en el mismo terreno de juego, afectó incialmente a la piel con evolución lenta e insidiosa hasta que afectó a la articulación de la rodilla y finalmente al hueso. Llegó a producir una auténtica destrucción ósea de ambas mesetas tibiales, produciendo una severa rigidez articular y en consecuecia una acentuada impotencia funcional.

Fueron días muy duros los que permaneció ingresado y en los que el pensamiento de amputación de la pierna en muchas ocasiones cruzó por su mente. Tuve la suerte de conocerle e iniciar al tratamiento una vez pasada la fase aguda, cuando tenía una gran rigidez de rodilla. Su enorme fuerza de voluntad sirvió para conseguir una buena movilidad que le permitiera realizar una vida normal, pero no deportiva, lo que obligó al abandono del fútbol profesional a quien considero el jugador más místico y carismático de la historia del Atlético, ya que supo conjugar a la perfección su sencillez personal, su capacidad intelectual y su indomable espíritu de superación.