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La Copa del capitán

No es nuevo. La memoria nos sacude rápidamente con las imágenes del Salto del Caballo (Toledo), el Alavés en el Bernabéu o el 4-0 de Son Moix. Son las malas costumbres de este Madrid de dibujos animados que ve en la Copa una tortuosa exigencia del guión. De hecho, les voy a confesar que por la mañana alguien que quiere bien a este club me confesó (textualmente): "Lo mejor que podría ocurrir es que el Leganés nos eliminase. Si pasas, el mes de enero será infernal. ¡Cuatro miércoles en pleno invierno! No recuerdo que se gane una Liga si te esmeras en la Copa...". Por eso, cuando el Leganés remontó el 0-2 e hizo valer su fútbol de pausa y pegada (muy argentino), más de uno pensó que el Queiroz Team se limitaba a cumplir con el perverso deseo íntimo de un club que sólo parece saciar su apetito futbolístico con la Liga y la Champions.

Pero todo eso son pamplinas para un tipo llamado Raúl González Blanco. Mi interlocutor secreto olvidaba que el gran capitán del Real Madrid jamás ha bebido un sorbo de esta Copa. Es la única que le falta. Me lo confesó hace tres meses: "Tomás, este año quiero levantar la Copa del Rey". Y ya saben, cuando se le mete en la cabeza algo es más insistente que los atascos de Navidad. Por eso celebró su gol de la victoria, el del 3-4, como si el rival fuese el Bayern. Su hábil taconazo acabó con la Leyenda de este Leganés brioso y admirable al que sólo pondría un pero: no hay derecho a que los peluqueros del pueblo se vean abocados al paro con la moda puesta por Los Rodríguez. No recuerdo nada igual desde los tiempos de Ayala, Heredia, Panadero y Becerra. Raúl acabó con el sueño de un proyecto que merece el máximo respeto. Partidazo.