Si Raúl está en crisis (que lo parece) la imagino como la del escritor o la del director de cine (o la del novio) que disfrutan de un éxito desbordante y un buen día, sin saber por qué, miran abajo y descubren el vértigo, y luego el miedo, y lo que era un derroche espontáneo de talento se convierte de pronto en una receta imposible de memorizar, que si dos partes de coraje y una de ilusión, o era al revés.

Tampoco deben ayudar mucho las estampidas de Ronaldo, de dirección y frecuencia imprevisible, hacia dónde desmarcarse entonces, bastante mérito es no resultar arrollado, como estuvo a punto de suceder contra el Atlético, a los 14 segundos.

Raúl es un futbolista para la guerra, quizá el mejor, y por eso en estos tiempos de paz parece un viejo general en el baile de palacio, harto del vals que deja pensar y harto del vértigo.

Queiroz, al que acabaremos por estimar (con el tiempo), dice que será el día de Raúl, seguramente por ayudar y porque intuye una batalla o porque sabe que a este equipo le deben quedar pocas reservas de suerte. Tras vencer al Atlético y al Barça, el Depor será la última montaña a escalar para completar la etapa reina. Y el éxito anterior hace que el Madrid se confíe, porque sí y por el Bernabéu y porque duele la cara de ser tan guapo, por eso se afeitan poco. Salvo sorpresa, jugará el equipo de gala.

En el Deportivo la novedad es la ausencia de Mauro Silva, jugador boya que es como esos tipos del anuncio de electrodomésticos que están para hacerte la vida mejor en las pequeñas cosas, siempre y cuando seas del Deportivo, naturalmente. Aunque es importante, el Depor dispone del mejor almacén de recambios futbolísticos del mercado, hasta el punto de que algunos son mejores que los originales o son los originales, esto no está claro.

Es difícil decir si el Deportivo es un tanque o un avión, pero es indudable su capacidad para avanzar siempre y reponerse de camisetas y goleadas. Además, su estilo mutante le convierte en un rival inabarcable pues carece de una clave que lo desactive: si controlas a Valerón, surge Tristán y si te ocupas de este sale Luque, Pandiani o Sergio.

Es posible que sólo le falte más ánimo, ese cierto complejo de superioridad que acompaña a los mejores y que sirve para ganar batallas que están perdidas y otras que no han empezado, ese complejo que te aleja del mundo y que no tiene mayores efectos secundarios a no ser que te dé por mirar hacia abajo.