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El gesto de la victoria

El efecto Beckham es imparable. Freixenet está a tiempo de cambiar su anuncio navideño porque vendería el doble si lo protagonizase este rubio de oro en lugar de la anatómica Paz Vega. David es tan grande que hasta mi padre ha aprendido a decir thank you como muestra de agradecimiento a este jabato. Que en sólo 100 días haya sido capaz de adueñarse del espíritu ganador del Madrid es digno de un estudio meticuloso por parte de psicólogos y sociólogos. El Sir White fue el que dibujó el camino de la victoria (va sin segundas) en la sarten hirviendo de Pamplona. Osasuna se estaba comiendo crudo el desconcertante ensayo de Queiroz (el doble pivote Guti-Cambiasso invitaba al desánimo), pero cuando este 23 de oro y diamantes mandó parar a la grada con un gesto torero y disuasorio tras caerle varios objetos, me dije: "Este partido no se pierde". Salió Núñez, volvió la cordura y Beckham completó su exhibición con un pase al más puro estilo Jankovic. El balón se desplazó casi 30 metros a ras de hierba para que Ronaldo demostrase que es como el Caserío (me fío). El David de las Maravillas estuvo a punto de poner la guinda a su afrodisiaca actuación con una vaselina... ¡de 60 metros! Si llega a entrar salgo del armario y le pido audiencia a este Caballero del Imperio Británico. Cuando se fue cojeando todo el madridismo se estremeció. Tranquis. Éste no se borra del derby.