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Anoche me sorprendió ver la actuación de varios personajes en el Calderón. Primero en la portería del Málaga. Yo apostaba por Arnau y Juande me quitó la razón. Pero Calatayud volvió a demostrar con su seguridad por qué nadie ha echado de menos al catalán. Tampoco añoraba yo a Musampa por Málaga, aunque me mosqueó verle correr para defender, una estampa que me quedé con las ganas de presenciar en la Costa del Sol tiempo atrás. Mejor huella dejó De los Santos, aunque nadie habría esperado que una volea suya abriera el casillero.

Tristante Oliva acudía al Calderón como el colegiado más tarjetero de Primera División y los cinco apercibidos, Torres, Josemi, Litos, Sanz y Duda, se temieron lo peor. Pero ninguno vio la amarilla y para Lequi, buen central pero muy leñero, sólo hubo una después de muchas faltas.

Luego, Insúa. Me agradó saber que no ha olvidado sus gambetas, aunque tuvo dos muy buenas. Y tampoco me olvido del griego Nikolaidis, un disparo y un gol, justo cuando mejor jugaba el Málaga. El Mono Burgos, ese del que yo estaba convencido que contribuiría a la victoria malaguista, completó una noche de incertezas gracias a su buena actuación. Una noche en la que, por juego, el Málaga debió sacar más tajada del feudo rojiblanco . Pero no era el día de la lógica...