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Un jugador de fútbol

Actualizado a

No me digan que no han hecho lo mismo que yo y el realizador de Canal + Francia que dirigía las cámaras del estadio Velodrome de Marsella. No me digan que cuando los dos equipos saltaron al campo no han buscado en el rostro de Zidane algún signo de que esta noche era para él especial. Todos queríamos ver una emoción, lógica por cierto. Pero la vuelta del crack francés a su ciudad natal era algo íntimo que él no escondió fuera de la cancha. Sin embargo, en el césped, no se vio al hijo de Marsella, aficionado del Olympique, sino al número cinco del Real Madrid. Un profesional del fútbol que venía a hacer su trabajo limpiamente.

Zizou conocía ya finales mucho más transcendentes que este partido: Mundial, Eurocopa, Liga de Campeones... La capacidad de controlar sus emociones es también una característica que diferencia a la gente normal de los superdotados como él. Seguramente, en su corazón y en su memoria se mezclaron muchas imágenes del pasado. Porque la hierba del Velodrome no tenía nada que ver con el hormigón de la plaza de su barrio de La Castellane donde dio sus primeras patadas a un balón. Todo esto y más estaba dentro de él, pero no se notó por fuera. Lo que se vio nada más empezar el partido fueron gestos técnicos que tanto nos gustan. Una forma de decir: aquí está el futbolista.