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Iker nos llevará a la Eurocopa aunque otro vikingo con guantes, Johnsen, se empeñe en lo contrario. En una España tuerta, con un seleccionador de ideas planas y una defensa que parecía el flan Dhul, Casillas honró el escudo de todos los españoles con otra actuación heróica que nos rescató de la ignominia. Los que crecimos viendo triunfar a Alemania gracias a la sobriedad de Mayer y a Italia ganar Mundiales con el liderazgo de Zoff, vemos en este ángel volador la reencarnación de todos nuestros sueños adolescentes.

Si temblase la tierra y un terremoto generase el pánico, todos soñaríamos con ese héroe de película que nos sacase ilesos de entre los escombros jugándose la vida. Así se comportó Ikerman en Mestalla. Un escenario receloso con todo lo que huela a blanco, pero que terminó dignificándose con su aliento sincero a España y con esa coral que me emocionó al grito de : "Iker, Iker, Iker". Flo y Andresen se estrellaron ante el muro de Móstoles y se entregaron a sus vuelos mágicos que alimentaron el espíritu de la victoria final. Iker nos enseñaba el camino de Portugal, mientras que Raúl y Joaquín secundaban la revuelta. Berg, el alopécico central al que Redondo ridiculizó en Old Trafford en la jugada más bella jamás contada, ayudó al 2-1 que nos pone como motos hacia el segundo round. Todo, gracias a tí, Iker. Es la historia de un portero llamado milagro.