Rienda suelta a la euforia
Me deprime enormemente escuchar cualquier apelación a controlar la euforia que vivimos, a enjaular el gozo y la alegría por el buen momento que atravesamos los atléticos en el Campeonato de Liga. No entiendo por qué tenemos que reprimir nuestras adornadas emociones de estos días de vino y rosas. Es como si los seguidores rojiblancos no tuviéramos derecho alguno al júbilo, a la sonrisa, a llevar la cabeza alta... Por una vez desterremos ese estigma derrotista que siempre nos acompaña, enterremos los malos augurios, el pesimismo endémico y ese odioso sambenito que tenemos de sufridores.
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Me da lo mismo que se acabe esta magnífica racha de cinco victorias consecutivas y que vuelvan a poblarse nuestros marcadores de aciagos resultados. Ahora mismo me resulta indiferente que sobrevengan crisis de todo tipo y que cunda el desánimo entre nosotros. No quiero ni pensar, ni creer en el futuro, sólo disfrutar de un presente desconocido desde hace demasiado tiempo por estos lares. He visto no hace mucho al estadio Vicente Calderón hacer la ola, también he visto pundonor sobre el terreno de juego y cada vez más talento en las botas de nuestros jugadores. Constato, anonadado, que reina la armonía y el espíritu de equipo en este Atlético que tan bien dirige Gregorio Manzano.
Por lo tanto, que no vengan los agoreros a recordarnos que la euforia es mala consejera. Nosotros, los atléticos, sabemos perfectamente asumir las circunstancias cuando vienen mal dadas, por lo que no tememos que pueda cambiar la tendencia alcista de nuestra cotización en el mercado de los sinsabores futbolísticos. Que nos dejen sonreír, que nos dejen disfrutar, que nos dejen enloquecer Que permitan darnos el placer de desgraciar a la desgracia. Como ya escribió el gran autor uruguayo, Mario Benedetti: "Defendamos la alegría como una trinchera, como un atributo y como un estandarte. El estandarte de los nuevos tiempos".