Algo más que fiereza de tigres
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E stuve en Noruega el pasado verano. Da envidia lo bien que se lo montan. Ya quisiéramos tener su bienestar social. Sobra tranquilidad, pueden regalar agua, fiordos y glaciares, y hasta conservan cerca de Cabo Norte una reserva de renos. Todo muy bucólico. ¿Y por qué les suelto yo este rollo? Sencillo. Me da que conocemos poco a Noruega. Hemos zanjado la cuestión con la muletilla de que somos superiores futbolísticamente. Y lo somos. Pero me escama que el seleccionador prefiera ver una peli de acción con sus chicos antes que un vídeo de los noruegos. Tan malos no son. Cierto que juegan al pelotazo, que son muy directos. Cierto que andan limitaditos arriba y más sin Carew. Pero han estado en las últimas grandes citas. Sin ir más lejos, nos mojaron la oreja en la última Eurocopa. Ayer, Sáez pedía tigres para esta eliminatoria. Grrrrr.
Nerviosos no se van a poner los grandullones noruegos, por mucha fiereza que vean. Supieron acabar con la invasión alemana que les birlaba el bacalao en Bergen y sobreviven a seis meses de nevadas. Son organizaditos desde que nacen y ahí puede que esté nuestra ventaja: en que les juguemos con esa mezcla de anarquía y arte que nos sale a veces. Así, estarán perdidos. Para que ocurra, tienen que ponerse a inventar los capacitados. En nuestro equipo hay media docena, en el rival, ninguno. Por una vez, permítame seleccionador que le diga que tenemos que tirar en el partido de hoy de arabescos más que de la heroica. Por el camino de once tigres rugiendo, nos podemos estrellar contra una roca. Y los antes mencionados fiordos llevan ahí siglos, pese a los cambios climáticos.
