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Primera | Real Madrid

El Madrid hace del Bernabéu un museo

Un Tour organizado permite a los aficionados (la mayoría turistas) disfrutar de sus modernas instalaciones, catalogadas ya por la UEFA como ‘5 Estrellas’

Un tour organizado permite a los apasionados del fútbol gozar de un estadio modernizado y único.

En esta fábrica, en este estadio, hicimos realidad todos nuestros sueños". La autoría de la frase tiene exquisita denominación de origen: Alfredo Di Stéfano. El sujeto pasivo al que se refiere es Su Majestad el Santiago Bernabéu. Posiblemente, el estadio más emblemático de la Tierra. El Madrid, consciente del impacto paisajístico y social de su santuario futbolístico ha decidido convertir el Bernabéu en un Museo que, durante el año 2004, podría recibir la visita de casi un millón de aficionados. Ello le colocaría sólo por detrás del Museo del Prado, la mayor pinacoteca del mundo.

Uno tuvo ayer la oportunidad de compartir con varios aficionados ingleses, italianos y españoles el Bernabéu Tour 2003, que supone un excitante y nostálgico viaje a las entrañas de esta joya arquitectónica que encierra entre sus remozadas gradas y estructuras los 56 años de la historia más bella jamás contada: la del Real Madrid.

Manuel Martín e Inés Rodríguez forman un matrimonio gaditano que está de vacaciones en la capital. "Soy madridista de toda la vida y amigo de Manolín Bueno. Recuerdo que en 1968 vinimos al Bernabéu en viaje de novios a ver un partido de Copa de Europa con el Rapid", comenta este madridista de pura cepa, de los que no cenan cuando el Madrid pierde en Sevilla...

Universal. También pude ver en el atractivo Tour (perfectamente organizado, permite ver todas las instalaciones en una hora) a dos friends ingleses, hinchas del Newcastle (uno llevaba la camiseta de Shearer). "Ohhhh, the Bernabéu is wonderful. Magic Stadium". Innecesario traducir la declaración amorosa de Charles Owen. No hace falta que les diga cuál es el próximo galáctico que quiere que fiche Florentino. También estaba una pareja de italianos que reside en Venecia. Todos se fueron felices. Los 9 euros (lo que vale un cubata) compensa con creces la inolvidable visión de la Magna Obra. Pedazo de estadio.