La grandeza del fútbol
Se acabó pronto el cuchicheo sobre el anuncio de boda real. Cuando estaba gritando Guasch un sonoro ¡Viva la Reina! en la Ser, el personal se frotaba las manos con el empate del Depor, y con la titularidad de Beckham y Guti. Al catorce ya le han perdonado el gesto del otro día. Pelillos a la mar, que también diría Guasch. Es curioso, pese a la exigencia del Bernabéu, cuando ven que el equipo sufre porque el rival está bien plantado, la toma con otros. Por ejemplo con el árbitro. González Vázquez fue protagonista. Su valentía fue mal entendida.
Noticias relacionadas
Los aplausos que no recibió el Txingurri Valverde, técnico del Athletic, se los doy yo desde esta tribuna. Encaró el partido con un par. Como el Racing hace una semana. Toma nota, Clemente. Porque si no es por Iker Casillas, el partido se hubiese torcido de forma peligro. El Athletic jugó para ganar sin perder la compostura defensiva. Y eso hay que agradecerlo porque así se engrandece el fútbol. Tal era la tensión y el ritmo que no hubo tiempo para homenajes a Míchel ni para broncas innecesarias a Guti.
Y en esas apareció Ronaldo. Queiroz, a este hay que dejarle siempre. Un chispazo suyo vale un partido. Ayer devolvió el precio de la localidad varias veces. Con la contundencia de siempre, con la velocidad acostumbrada. Machacó la portería rival con la misma frialdad que había contestado a sus cambios en las últimas jornadas. Sabe que el debate de la semana sobraba. Pensar que le pasa algo raro porque no haya marcado en tres encuentros es tan infantil como pedirle que presione a la defensa rival. Ronaldo está en otra onda. Va a su bola. Los genios no saben de reglas.
