"Ganando a Vargas ya podré descansar"

Ya tiene usted fecha para volver a Las Vegas. ¿Y ahora qué?

—Ahora a prepararme para jugarme la vida, como los buenos toreros. Porque habrá candela en esta pelea con Vargas. El Lince ha pasado por muchas etapas, el Lince guerrero, el Inteligente... En Las Vegas peleará el Lince de toda la vida.

¿Y de todas etapas de las que habla, en cuál se encuentra?

—Ahora estoy en la etapa del ser o no ser, de ser un hombre o de ser una mierda, de luchar para ganar, y de perder, por lo menos perder como un hombre.

¿Y en qué etapa estaba la primera vez que fue a Las Vegas?

—En una etapa muy bonita, de ilusión. Acababa de ser padre, era campeón del mundo, peleaba con De la Hoya... Pero, pasaron cosas, mi cabeza no fue como debía y la perdí ante De la Hoya. Fue un fracaso, pero ese fracaso me dio fuerzas para seguir.

¿De sus palabras se desprende que tiene una espinita clavada desde entonces?

—Sí, porque soy el mejor de los mejores y entonces no lo pude expresar en el ring. No tenía fuerzas para hacer mi boxeo, mi arte. Siempre que me han ganado ha sido por algún problema. Cuando me enfrenté a De la Hoya, mi mente estaba mal.

¿Y ahora cómo está?

—Ahora estoy al cien por cien. Lo de Óscar de la Hoya fue una prueba que me puso Dios, para que espabilara.

Han pasado dos años largos desde entonces, dos años esperando esa segunda oportunidad, ¿se le ha hecho duro?

—El Lince de Parla es un legionario de espíritu, un luchador. Si me caigo 40 veces, me levanto 240.

Usted lo ha ganado todo, ¿qué quiere demostrar ahora?

—Este es mi trampolín para quedar bien en Estados Unidos, para que me conozcan allí y sepan quién soy, el mejor. Ganar allí para quedarme tranquilo y marcharme a mi casa tranquilo con mi familia y mi gente.

¿Eso quiere decir que ya piensa en retirada?

—No, yo no pienso aún en retirarme. Pero reconozco que ganando a Vargas me quitaré un buen peso de encima.

¿Y después de Vargas, qué?

—Primero voy a ganar a Vargas, luego ya hablaremos.

Pero en teoría usted debería enfrentarse a Mosley, tras arrebatarle el mundial a De la Hoya, ¿no es así?

—Usted lo ha dicho: en teoría. En la práctica el Consejo, bueno, De la Hoya, hace lo que le da la gana y, si se lo propone...

¿Y usted a quién prefiere: a Mosley o a De la Hoya?

—Prefiero a Óscar de la Hoya. Estoy convencido de que el destino me volverá a poner otra vez delante suyo.