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Liga de Campeones | Real Madrid 1 - Partizan 0

ONU, blanca y libre

La jurásica noche ye-yé casi se convierte en una velada de cuchillos largos por culpa de un sorprendente Partizán que mostró el espíritu guerrero y germánico de su coach de luxe, Lothar Matthäus. Un golito de Raúl (¿en off side?) sirvió para poner la clasificación a egg (a huevo).

Always ye-yés. La empanada serbia que sufrió el Madrid pudo costarle una úlcera de estómago a esos ye-yés que dieron la nota nostálgica desde el palco de autoridades. Nunca mejor definido si les digo que por allí acompañaban a O Rei Florentino un tal Kofi Anan (el boss de la ONU devolvió visita al Madrid, como en las viejas eliminatorias de la Copa de Europa), Aznar y Michael López Alegría, un astronauta blanco como esa Luna que nunca sabremos si de verdad fue conquistada por el hombre americano. Pero los 65.000 fieles que llenaban el Dream Stadium sólo tuvieron ojos en el previo de la velada para Velázquez, Amancio, Sanchís, De Felipe, Betancort, Pirri, Serena y resto de Pavones de los 60. Los únicos reyes de Europa con denominación de origen ibérica 100%. Con un par...

Metgod y Ronie. El Partizán estuvo a punto de administrar una pastilla de cianuro a un Madrid opaco, más lento que Johnny Metgod (un holandés alopécico que inauguró hace 20 años la leyenda maldita del central) y lastrado por esos peligrosos reposos ronaldianos. Cuando Ronie se toma la noche de descanso (expresión que en su caso suena a coña), es mejor encomendarse a Portillo y Soldado. El brasileño es el number one, pero cuando la Fuerza no le acompaña (como a Darth Vader) se convierte en otro espectador VIP.

Indigestión. El conjuro serbio casi se nos atraganta de mala manera. Unos amigos plagados de inocentes ilusiones decidimos adentrarnos en el corazón del Madrid de Cúchares, Pérez Galdós y Moratín (Calle Huertas) y allí nos dimos un ágape en la Taberna D y D, la única con menú serbio que existe en toda la capital. Dejan, un yugoslavo con melena príncipe valiente y amigo de Zeljko Obradovic y Dejan Bodiroga, nos servía una especie de pisto de Belgrado, un pollo enrollado en bacon y unas alcachofas rellenas de carne que me permitieron comprender porqué Matthäus ha hecho parada y fonda (nueva mujer incluida) en territorio balcánico y cómo Iliev, Ilic y Drulovic se empeñaron en llenar de tabasco y sarab (un licor serbio con 65º de alcohol) un partido que demostró que el Queiroz Team no tendrá una alfombra roja hasta la final soñada del 26 de mayo.

Porteros de noche. De pequeño vi una película muy erótica con Charlotte Rampling en plan trempante (Portero de noche). Me quedé con la expresión y siempre valoro los arqueros que se crecen en el Bernabéu. Ayer aconteció con Ikerman Casillas, que dibujó ante Iliev la mejor parada del año 2003. Su vuelo sin motor, esa mano derecha que alargó sus falanges como si fuesen muelles y el desvío certero a córner corroboran mi teoría (y la del pueblo). Buffon quedó atrás definitivamente. Iker es, a mucha honra, el mejor portero del mundo. Eso sí. El tercer guardameta del Partizán, Pantic (Djordje, no Milinko), dejó claro que Joan Laporta se equivocó con Rüstü y Jesús Gil con el Mono Burgos. Porterazo galáctico.

Cumpleaños feliz. Míchel Salgado es el hombre. En el Bernabéu se respiraba un ambiente similar a la cumbre de cardenales acontecida estos días en Roma. El nuevo Papa blanco sabe que se ha ganado la renovación, pero su cerebro se debate entre la felicidad que le garantiza seguir en la ciudad más bella y divertida de la Galaxia o viajar a Londres para hacerse rico. Only. Mientras se decide, se marchó con buena parte de la plantilla a la discoteca Serrano 41, donde Salgado pudo festejar tranquilo su 28 cumpleaños. Los mismos que tiene el incombustible y admirado Beckham, que allí pudo huir de los incómodos paparazzis.

Raúl y Pedja. En días de borrasca, es mejor aferrarse a los claros para no empaparse. Raúl fue el bote salvavidas ante los serbios (su gol número 44 amenaza el podio de Eusebio, 46, y Di Stéfano, 49) y Pedja, el yugoslavo más guay de la historia, asistió desde la grada (junto a Miljanic, un clásico) a otro triunfo de su verdadero equipo: El Madrid. Ni Partizán ni leches. El héroe de la Séptima (que marcó en posición legal) siempre estará en nuestro corazón.