Reducidas dimensiones
Cincuenta y tres por treinta y cuatro. Esas parecen las medidas del Bernabéu. El Partizán y otros debieron tomar buena nota de la brillante táctica de Javi Clemente y buscan perfeccionarla. Los serbios quisieron dar un pasito más y desempolvaron la táctica de marcar hombre a hombre. Sin cortarse un pelo. Igual se querían sumar al homenaje que recibió el equipo ye-yé, el de la gesta de la Sexta en los sesenta. Queiroz ha dado con el equipo ideal pero debería plantearse ser más atrevido en casa, viendo la actitud timorata de muchos visitantes. Empiezan a sobrar defensas. Uno o dos, al menos.
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Y es que jugar todo el partido en medio campo tiene su gracia pero comienza a ser demasiado previsible, en el desarrollo y también en el marcador final. Incluso propicia adormecimiento y desgana en el Madrid cuando van pasando los minutos. Debe ser también para dar un poco de emoción a la cosa. Y de todo ese juego de frontón, con una pequeña tregua en los primeros cinco minutos de la segunda parte, me quedo nuevamente con el trabajo de Míchel Salgado, ahora que es permanente noticia por su complicada renovación. Hace tiempo me dijo Relaño que había pocos doses que se recordaran con el paso del tiempo, que el puesto de lateral derecho es poco agradecido, que incluso hubo durante tiempo la tendencia de los técnicos a colocar casi a cualquiera.
Pues Míchel es la excepción. Jugando en campo grande o en campo pequeño, actuando de marcador o de extremo, que son la mayoría de las veces. Ayer, tras el partido, celebró su 28 cumpleaños con los más íntimos de sus amigos. Nada que ver con el fiestorro de Ronaldo. Felicidades.
