Emigrantes, Serenazo, Puskas y el travesti

La fecha del 11 de mayo de 1966 marcó sus vidas. Para bien. La final con el Partizán frente al famoso Atomium sirvió para reivindicar a un equipo castizo y español hasta las cachas (Puskas, el único extranjero, no la jugó). El que también se la perdió fue Betancort, un portero grancanario que había sido indiscutible hasta la ida de las semifinales con el Inter: "Me rompí un músculo en un mano a mano con Mazzola. Pero, como por entonces no había cambios, aguanté hasta el final. Y, ojo, no me metieron ni uno".

Toca trasladarse a la final de Heysel y De Felipe comenta cómo el emblemático estadio belga estaba repleto de españoles: "Era la época del boom de nuestro emigrantes en Bélgica, Alemania y Francia. Estaban tan eufóricos con la victoria que invadieron el terreno de juego dos veces al final y eso provocó que el árbitro (un alemán llamado Kreitlein) nos acongojase con un descuento interminable...".

Manolo Velázquez, socarrón durante todo el reportaje (verle mesarse los cabellos negros es un recuerdo que me llevo para mi tumba), recuerda que Serena no se había visto en otra: "No había metido ningún gol en toda la Copa de Europa y esa noche se sacó de la chistera un golazo histórico. Su control y voleón fueron de crack".

Ingenuo de mí, se me ocurrió preguntar cómo fue el festejo en la noche bruselense. Me cuentan que Santiago Bernabéu bajó al vestuario para felicitarles, con la boca bien protegida por su puro de dimensiones bíblicas. Uno de ellos, rescata un episodio delirante: "Todos acabamos en el mismo bar, y Puskas ligó con un cañón de chica. Pero nos dijeron que era un travesti. Se lo dijimos a Ferenc y casi nos mata. Se fue solo y cabreado al hotel. ¡Qué faena!". Genial. ¿Verdad?