NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Comencé a repasar el historial de Raúl en sus nueve años de profesional a eso de las ocho de la tarde. Pasaban los minutos y veía cómo sus logros, colectivos e individuales, lo instalan en el podio de los conquistadores. Si me descuido empieza el partido con los bravos currantes del Donosti of the Kings (San Sebastián de los Reyes) sin haber ojeado todo el inventario futbolístico del capitán madridista. Pero, ¡ojo!, antes del saque inicial observé que Raúl, el chico más listo de la clase, no ha levantado jamás el trofeo de la Copa del Rey. Refresqué la memoria y rescaté una frase que me dijo hace tres semanas en la vieja Ciudad Deportiva: "Este año quiero también la Copa. Es la única que me falta". Dicho con esa mirada fiera que tiene, esto huele al alirón número 18 de un torneo que siempre me pareció fascinante. El Madrid no lo toca desde 1993. Intolerable.

Raúl es como Di Stéfano, que sólo ganó una Copa del Generalísimo. En 1962. Suficiente. Raúl cumplió con su parte del trato profanando la virginidad de Leal, un licenciado en Magisterio que busca trabajo. Justo lo que más le sobró anoche... Además, Bam Bam Portillo se encargó de alimentar su fama de killer con su golito de siempre. Ahí sigue. Incordiando, enchufándola. Los dos arietes rebajaron a la categoría de anécdota las bajas del póker galáctico (Ronaldo, Zidane, Figo y Beckham). Ante los chavales del SS hubiese resultado inadmisible que el Queiroz Team hubiese sufrido. Y eso que Solari, inmenso, celebró su 27 cumpleaños iniciando una relación pasional con los postes del enemigo. ¡Un, dos, tres! El Madrid ofreció respuestas sobrias e hizo feliz a este pueblo, blanco por fuera y blanco por dentro. Al final quedó claro que los sueños... sueños son.