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Españolas con mayúsculas

Memorable. Les prometo que no exagero si les digo que la redacción entera de AS (bueno, siempre hay algún descreído que mira para otro lado) se enganchó al España-Polonia en unos minutos finales que me llegaron a emocionar. Uno, que creía haber visto casi todo, valora a lo grande que nuestras mozas hayan metido la cabeza en la cumbre olímpica de Atenas. Que seamos el único país de Europa que haya metido en los Juegos de 2004 a los equipos masculino y femenino es la definitiva prueba del algodón. El baloncesto va bien, el trabajo diseñado con profesionalidad por la Federación Española va mejor y por fin podemos sacar pecho (que no se me malinterprete) con nuestras supergirls. El bronce del Europeo de Grecia es más meritorio si cabe que la plata de Suecia. No olvidemos que nuestra torre no llega ni a los dos metros (Betty Cebrián mide 1,96) y que enfrente había una gigantesca polaca, llamada Malgoratza Dydek, que mide lo que Romay (2,16 m.), con una apariencia que daba miedo.

Conocí hace cuatro años a Amaya Valdemoro. Con su mirada fiera y cautivadora me fue fácil entender que haya sido capaz de ganar tres anillos de la WNBA (con los Houston Comets) y que ahora haya liderado junto a Marta Fernández, Rosi Sánchez y una niña de 18 añitos (Nuria Martínez) un éxito histórico. Nuestras chicas no son altas ni cachas, pero son talentosas, corajudas y descaradas. Y es que, ya se sabe. Cuando la española juega, es que juega de verdad...