Es Cafú... con leche

Es Cafú... con leche

Encuentro cientos de argumentos para implorar por la necesaria y estratégica continuidad de Míchel Salgado como jugador (a mucha honra), del Real Madrid. Desde la retirada de Chendo no ha tenido este club un lateral derecho con semejante despliegue físico, con la ventaja añadida de que este gallego incansable ha mejorado estos años sus prestaciones ofensivas hasta el extremo (nunca mejor dicho) de complementar a Figo en ese desborde por banda que el portugués ejercita cada vez menos. Si a Chendo le vimos hacer un caño a Maradona, a nadie le puede extrañar que Salgado sea ahora objeto de deseo de media Europa.

Considero que sería una insensatez regatearle cuatro euros a un tipo que se deja el alma en cada partido del Real Madrid y que, además, ha sabido separar su condición de yerno del ex presidente para que la afición, por un lado, y Florentino, por otro, le vean sólo como lo que es: posiblemente, el mejor dos del fútbol europeo. Míchel es como Cafú (con leche), luce melena rubia como su admirado Beckham y ha conseguido que el Bernabéu valore su espíritu de superación dentro y fuera del campo. Perdió a sus padres y su rendimiento fue el de siempre. Admirable. Míchel nunca dejará de ir a entrenarse para pedir más dinero. Y como hoy le cuenta al gran Guasch, es un delantero exiliado a los cuartos traseros del fútbol. Lo hizo seguramente para ver cumplido su gran sueño de triunfar algún día en el Real Madrid. Ya ha llegado la hora de premiarle por tanto sacrificio.