NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

N o es la primera vez ni será la última. Hemos disputado cinco finales de un Europeo y una Olímpica (amigo Fernando Martín, no te imaginas cuánto te echo de menos) y en todas nos acabaron pasando por encima de forma incontestable. Fueron seis derrotas justas ante Estados Unidos Letonia, Yugoslavia, Italia (dos veces) y estos lituanos que ayer convirtieron nuestro grito de guerra triunfal del sábado en una expresión cargada de fatalismos: bomba fétida. Y eso que fue precisamente Navarro el único que nos hizo soñar cuando ya el partido olía a podrido por culpa de estos hijos aventajados de Sabonis, Iovaisha, Homicius y Marciulionis. Lituania jugó un baloncesto moderno, vistoso, eficaz y poderoso. España sólo fue un puñado de ilusiones rotas por culpa de la mala noche de Gasol (los 33 puntos anotados por nuestro boy NBA no fueron de calidad) y el eclipse incomprensible de Felipe Reyes.

Pero siempre me pareció que lamerse las heridas de la derrota es un ejercicio tan absurdo como echarle sal al bacalao. Por eso prefiero mirar al frente y alimentar la esperanza de que este Eurobasket fabricará una rampa de relanzamiento para el que, históricamente, ha sido el deporte más popular de este país tras O Rei Fútbol. Es preciso enviar un mensaje de aliento a esta nueva era liderada por una joven generación de talentos desatados. Ya aprenderán... La Federación ha apostado por un proyecto que merece todo el crédito del mundo. No conozco a nadie que haya perdido las finales que no juega. Italia, Rusia, Croacia, Serbia o Francia ayer estaban de corbata en la grada. Somos los medio-mejores. Plata de Ley.