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Buenas y malas noticias

Era importante ganar, y España ganó. Importante para romper la mala racha, importante para serenar a Sáez, importante para que la afición vuelva a mirar con ilusión a este equipo. Y España ganó bien, siendo mejor que Portugal tanto en la primera parte, cuando jugó el equipo que nos sonaba a más de verdad, como en la segunda. Y ganó sobreponiéndose a la fea dureza de Portugal, que hizo del Niño Torres el saco de los golpes y redujo su presentación a una sucesión de faltas sufridas. Hasta que su tobillo dijo basta. Veremos si estará en Elche.

Eso dependerá no sólo del estado de su tobillo, sino de la eterna duda sobre Valerón y su inclusión como titular y en qué posición. Su juego en la segunda parte le hizo acreedor a un puesto como titular. Pero, ¿dónde? ¿En la media punta? ¿Con Raúl delante, o con el Niño o con Tristán? ¿De medio, sacrificando a uno de los varios buenos que hay? ¿Sacrificando un extremo, ahora que tenemos cuatro buenos? Es la duda que sigue sin resolverse. Pero al fin y al cabo se trata de decidir entre opciones que parecen todas buenas. Quizá lo mejor sea dejar que el tiempo y las circunstancias decidan.

La mala noticia es que Grecia ganó en Armenia, lo que la afianza en el primer puesto del grupo. A los paisanos de nuestra reina ya sólo les queda afilar las uñas en su guarida para recibir a Irlanda del Norte. Así que, suponiendo que terminemos bien nuestra tarea (y así debe ser, visto el tono que anoche ofreció la selección) acabaremos jugándonos la Eurocopa en la repesca, con algún otro subcampeón. Un camino peligroso e inseguro. Y tenemos buen equipo, con muchas variantes, pero la pareja de centrales todavía no ha aparecido. Ese es nuestro único problema serio.