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Un partido con mucha miga por todas partes

Es el partido del verano. Tres días después de la incidentada presentación del Valencia ante los suyos, que no dejaron hablar al presidente Ortí, comparece en Mestalla el Madrid más lujoso de todos los tiempos. Vicente avisa en la víspera: "Les tenemos ganas". Si algo puede unir al valencianismo en estos días de discordia es el deseo de darle un revolcón al Madrid galáctico, que sacó cuatro victorias en su gira por Oriente pero que hoy va a tener delante a un rival mucho mejor que aquellos. Aunque Benítez pidiera un sofá y le trajeran una lámpara que responde al nombre de Canobbio.

Es el Valencia de Albelda, que quita y da, de Ayala, que pega, de Vicente, que desborda, de Aimar, que ingenia... Y de Palop, que después de su partidazo en Anfield tiene una nueva gran oportunidad de desplazar a Cañizares. Claro, que lo de enfrente es el Madrid de los galácticos, pero llega con el disgustillo de la repentina deserción de Makelele, que está llevando su motín a las últimas consecuencias. Y a este Madrid nada podía venirle peor que la baja de su primera pieza defensiva. Por arriba puede resistir casi cualquier baja con sólo tirar de Guti. Pero por atrás no le sobra nada.

La solución más valiente sería tirar justamente de Guti. Más fantasía, más toque, pero menos quite. Es la solución más atrevida, "casi nudista", escribía Trueba hace poco. Un equipo para garantizar goles en una y otra portería. Desde luego, Casillas llegaría bien entrenado a la Eurocopa. Otra es Cambiasso, que ya se veía en el Zaragoza y que quizá tenga un golpe de timón en su destino gracias a Makelele. Y queda Helguera, que procede de ahí y podría regresar, dejando su puesto en la defensa a Rubén. Pero eso sería tocar dos líneas en vez de una. Cambiasso tiene más papeletas que nadie.