Zinelandia

Ronie Emperador. Me había propuesto darte la tarde libre y dedicarme al resto de la Galaxia (Gal-Asia en este caso), pero otra vez me has llevado al huerto. Ronaldo, lástima que la máquina del tiempo no nos haya dejado verte hacer diabluras con el inmortal y genialoide Juanito (me refiero sólo al terreno de juego) o con mis chicos de la Quinta del Buitre. Hubiese sido una continua orgía futbolística. No hagas caso a esa prensa china que se escandaliza por verte tomando un zumo de pomelo junto a esas mamachicho orientales (no todas) que os han querido poner como manzanas del diablo para que luego digan que sois todos unos mujeriegos. Mal pensados. Con lo casto que tú eres...

De película. Además, tú hablas en el campo y ahí eres como Beckham, que según mi amigo Chencho Arias "es un animal sexual" (Victoria, a mí no me mires que yo no he sido). Y en la verde pradera no tienes rival. En tu primer megagol al tal Oi An (posiblemente, el peor portero del mundo) hiciste un homenaje a la recordada película de Jaime Chávarri. Ya sabes, Las bicicletas son para el verano... Reeditaste los mágicos zig-zag (izquierda, derecha, ¡aarrr!) de Mendizorroza y esos 40.000 hongkonianos (¿se dice así?) entendieron que merecía la pena pasarse dos horas con el mono por no fumar (la multa era de 200 euros) con tal de ver lujos de este calibre.

Big Luis. Si el sábado daba una colleja cariñosa a Luis Aragonés, hoy me toca agradecerle los servicios prestados en sus impagables y didácticos comentarios en Antena 3. Cuando Roberto Carlos fue atropellado por un tren de alta velocidad chino en el penalti que abrió la lata vi al Luis de siempre, al colchonero: "Yo creo que no existe el penalti, salta por encima...". Pero Luis tiene amigos (no es broma) y le debieron avisar en el descanso del error cometido. Cuando Ronie fue embestido por Chun Yip, se redimió ante el madridismo con un sentido: "¡Hombre, eso es penalti". Arrepentidos los quiere Dios. ¡Forza Luis!

Dos chinos heroicos. Si miras la cara del 27 y del 29 de ese Bayern de Hong Kong te es más fácil comprender el furor que el Madrid ha generado en Asia. Wang Peng y Li Yao, que así se llaman las criaturas, metieron dos goles a Casillas y lo celebraron como si fuesen Joaquín, Denilson y Capi paseando palmito para anunciar la nueva ropa del Betis. Musho arte. Las dos balas rojas pertenecen al prestigioso Dalian Shide, el Madrid de la Liga china. Invencibles. Menos mal que entre los goles de Ronie y el estreno de Raúl (la vaselina al larguero del capitán fue un lujo asiático), esos dos dardos recibidos por Casillas (¡Iker, despierta!) no traspasan el rango de la anécdota. Por cierto, Raúl marcó el primer gol de la Novena. Queiroz trabaja la estrategia y es bueno que copie algunas jugadas de la honorable era Del Bosque. Bien por ti, Carlos.

Me pongo de pie. Si este espacio fuera televisivo me verían puesto en pie porque voy a dedicar mi última reflexión a Zinedine Zidane. Es una gozada tener en casa el jarrón más bello del mundo. Su manera de controlar un envío de Beckham (el inglés sólo estuvo fino en su atractiva sociedad con Ronaldo), sus amagos, sus danzas rituales con el balón de la Décima, sus taconazos, sus misterios insondables... La belleza en el fútbol se escribe con renglones perfectamente alineados por este Einstein del fútbol. Cuando mi bebé crezca y tenga un año más le llevaré al Bernabéu y le diré: "Peque, ni Warner, ni Zoo ni Aquópolis. Nos vamos juntos a Zinelandia, el lugar más divertido que existe". Él lo entenderá rápido. Zizou convierte la pelota en un juguete con el que hace magia para regocijo del pueblo. Su fútbol apto para todos los públicos engrandece el mensaje universal que el Madrid predica con devoción en estos años de muchas luces y pocas sombras. Zidane es como los osos polares. Una especie protegida.