Primer aviso del ‘jefe’

Siempre que ha abierto la boca Luis Figo me he pedido un refrigerio (justo y necesario en tiempos donde el termómetro pide a gritos un año de excedencia), me he sentado en un butacón con respaldo ancho y he repasado sus reflexiones aislándome del mundanal ruido. ¿Por qué? Sencillo. El portugués no es amigo de lanzar brindis al sol para progresar en una carrera diplomática en la que nunca creyó. Él creció para ser un ganador y no para coleccionar palmadas en la espalda. Por eso, considero que cuando le dice a Bobadilla "espero que la gira no nos pase factura" está enviando el primer aviso. Como en los toros. Ojito.

El capitán, y a mucha honra, es Raúl. "El capitán de la cantera", como lo ha bautizado con su sagacidad habitual Jorge Valdano, su descubridor. Pero en la vida una cosa son los galones y otra la voz de mando. Y Figo pesa mucho. Y si dice que la gira puede pasar factura es que está tirando de las orejas a los rectores del club. "Preferiría estar en mi casa, pero somos profesionales...", insiste el boss con el tono del cantautor cansado de un auditorio depresivo y hastiado.

La gira ha resultado un éxito económico (se han recaudado 1.500 kilos, la tercera parte de lo que ha costado Beckham) y de imagen (mi sobrino Gonzalo me preguntó ayer: "Tío, ¿tanto quieren al Madrid los chinos?"). Pero falta saber qué factura pasará a estos cuerpos Danone acostumbrados a manejarse a otro ritmo existencial. Queiroz le rió ayer la gracia a Guti y le recibió en el Hotel Hyatt como un padre. Pero si se repite lo del pasaporte sacará el palo y enterrará la zanahoria...