Ronaldo 2012

Ronie, totus tuus. No me quedan muchos calificativos en la recámara para catalogar a este Houdini del fútbol que desterró durante un minuto inolvidable la torta que padecemos todos los madrileños que nos hemos quedado en el Foro, abrasados por esa canícula que nos está derritiendo hasta las ideas. Les contaré algo. Ronaldo es un nombre de origen germano que significa ‘Gobernante Glorioso’. Así es él. Su gol de diseño quedará grabado para siempre en nuestras memorias, necesitadas de impactos visuales que enriquezcan nuestra percepción de las cosas que merecen la pena en la vida. Su autopase-regate-engaño-finta-amago supera lo de la cola de vaca de Romario a mi amigo Alkorta. Lo que hizo fue clavado a lo que mi idolatrado Drazen Petrovic improvisaba con la pelotita para quebrar las curtidas cinturas de Iturriaga y Corbalán. Ronaldo es tan grande que yo que Feliciano Mayoral, el cerebro de la candidatura olímpica de Madrid 2012, lo nacionalizaba español y junto a Raúl los pondría de bandera de los Juegos más soñados. Florentino, renueva a Ronie de por vida. Es un regalo del cielo. Ha bastado que Valdano le diera una lección magistral (¡con corbata italiana y camisa de seda!) y que tuviera una noche libre para saciar sus lógicos apetitos carnales para que haya convertido la pelota en su amante, satisfecha por tanto tacto y talento en el roce y el golpeo. Fue un gol plagado de erotismo y estética.

Beckham mediático. O yo estoy muy despistado o es que durante estos meses sólo he escuchado estupideces en torno al fichaje de Beckham. Han bastado dos bolos en Asia para constatar que, efectivamente, éste ha sido un simple fichaje comercial para hacer caja dado que David es sólo un petardo mediático. El chico la toca regular, se perfila mal en las faltas, rifa los córners, bombea balones al área sin criterio y jamás mete la pierna. Claro, sólo vino para vender camisetas. Lástima que en Tokio saltase un espontáneo clavadito al Brad Pitt inglés que metió un gol piccasiano de libre directo (la curva del balón fue tan bella que me da igual el ridículo vuelo sin motor del portero Doi), que distribuyó el juego en plan Schuster (este chico envía bocaditos de nata en vez de melones), que se ganó una tarjeta ayudando en el juego defensivo con una entrega admirable y que casi se rompe su esbelta cabeza con un despeje en plancha ‘a lo Camacho’. Si es que Florentino y José Ángel Sánchez (el capo del márketing madridista) no saben nada de fútbol. ¡Pobres ignorantes! Eso sí, el que sabe de esto es Luis Aragonés (El Sabio de Hortaleza para sus amigos y El Sabio de Hortalizas para sus detractores). En la transmisión de Antena 3, Zapatones nos deslumbró. El gran Luque le preguntó por la actuación del cartero londinense y Luis dejó claro por qué sabe más que todos juntos: "Beckham trabaja y tal..." (sic).

Rubén y Moniwa. Lo que quedó claro en el escenario del inolvidable aguanís de Raulito es que Florentino tiene un duende que protege al máximo sus máximas. El presi dice que no hace falta un central y llega Rubén y se marca una actuación impecable, con presencia física, capacidad de anticipación y personalidad. El gallego se apellida González, como Raúl. Estás bendecido chaval. Pero Jorge, tranqui que esta guerra la ganamos. Eso sí, yo que tú en vez de fichar a un Milito de la vida me traía a Teruyuki Moniwa, ese japo vigoroso con el pelo teñido de rubio que se comportó como un samurai. Éste es tan limitado como todos los centrales de medio pelo que están ofreciendo al club, pero al menos abriría otra sucursal de nipones entregados a la causa con otro river money garantizado para el Imperio.

Barça-Tokio. Curioso. El primer Madrid-Barça de la temporada (los del Tokio vestían de azulgrana) acabó con goleada de sabor galáctico y color blanco. Normal. El rival tenía a un tal Kelly (¡Maldini, no me avisaste!) que jugaba a ser el Ronaldinho de turno. Brasileño, moreno y muy aparentón. Pero no se comió a nadie. En el fondo, ayer se escribió el guión que nos espera. Un Madrid compacto, equilibrado y matón, y un Barça que sólo golpea en los asaltos de tanteo. La vida sigue igual...