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Florentino, entregado a Raúl Capitán

Si hay una cualidad que exhibe Florentino, sin alardear por ello, es la de saber valorar a las personas cuando las conoce de verdad. El presidente de la llamada ‘era galáctica’ ha tardado lo suyo, pero ya puedo presumir satisfecho de compartir con él un sentimiento que unifica al 99% de los madridistas de bien: la admiración por Raúl González Blanco. Florentino fue receloso con la primera versión que tuvo de Raúl. Sabía que mantuvo una magnífica relación personal con Lorenzo Sanz y que junto a Fernando Hierro lideraba el llamado núcleo duro del vestuario.

Pero desde la noche de cuchillos largos del Txistu, Florentino y Raúl han iniciado una relación de respeto, colaboración mutua y máxima sintonía. Normal. Son dos tipos inteligentes y estaban condenados a entenderse. Esa noche Raúl tuvo el arrojo, a altísimas horas de la madrugada, de reordenar el puzzle y llamar al orden a sus compañeros, que se debatían entre la obediencia debida a Hierro (que no quería ir al Ayuntamiento, la Comunidad y La Almudena) o poner un punto de coherencia entre tanta actitud insensata. Raúl dijo ¡Basta ya! Ahí se ganó el derecho a ser capitán del Real Madrid con plenos honores y poderes. Y en Japón, sin la sombra de Hierro acechándole, ha ratificado esta impresión. Comprometido, dialogante, comprensivo y capitanísimo. Raúl es un orgullo para este club. Es su bandera. Raúl, arigato.