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Muchos ciclistas, pocos equipos

La colosal salud deportiva de nuestro ciclismo (43 participantes en el Tour, más que ningún otro país, incluido Francia, cuatro etapas ganadas, cuatro entre los diez primeros) contrasta con su lúgubre momento comercial. En España mueren los equipos y no nacen otros. De hecho, de esos 43 corredores del último Tour, quince participaron con equipos extranjeros. Y ahora asistimos a la muerte inmediata de dos grandes, ibanesto.com, que cierra a fin de año, y la ONCE, que aún tiene siete corredores firmados para 2004, pero que está pensando en indemnizarlos y cerrar.

Lo malo no es que cierren, es que no salen otros. Los equipos ciclistas son más bien fugaces por tradición. Suponen una buena inversión publicitaria para una marca que quiere situarse en el mercado. Un buen equipo ciclista hace sonar rápidamente el nombre en todos los ámbitos, porque supone multitud de impactos publicitarios en prensa, radio y televisión. Una vez alcanzado ese nombre, puede bastar con campañas de mantenimiento de imagen más convencionales. Y se deja el ciclismo. Y llegan otras firmas con el mismo fin. Así había sido siempre hasta ahora.

Pero ya no. No hay firmas en el panorama. Como grandes sólo nos queda Kelme, con la empresa en apuros, y Euskaltel, gracias al apoyo del Gobierno Vasco. Una brillantísima generación de ciclistas se ve obligada a buscar equipos fuera o a cambiar dolorosamente de oficio. ¿Por qué? Los escándalos del doping, sin duda. Por eso ha sido tan bueno que este Tour del Centenario discurriera tan felizmente. Aún hay tiempo para que aparezcan firmas de aquí a fin de año. Por cinco millones se hace un buen equipo. Por diez, uno colosal. ¿No hay valientes que se animen? ¿Por qué no Madrid 2012?