El cuerpo de la Décima

Existen dos argumentos de peso para vaticinar que el Madrid levantará en Gelsenkirchen la Décima, casi más deseada que el trasero imperial de Jennifer López. El primero es puramente futbolístico. Ningún equipo de la Europa opulenta (Milán, Juventus, Manchester y Bayern) posee de mitad para adelante unas medidas que en una top model serían perfectas (90-60-90). Me refiero al sexteto formado por Figo, Beckham, Makelele, Zidane, Raúl y Ronaldo. Sencillamente, inigualable.

De todos ellos, sólo a Ronie le falta la Copa de Europa en su sala de trofeos, por lo que está claro que el brasileño se hinchará a meter goles con tal de tapar esa tara estadística impropia de un jugador de su calibre. Y también soñará con este reto Queiroz, porque sabe que la sombra de un caballero como Del Bosque seguirá siendo muy alargada hasta que el portugués (también un señor en todos los sentidos) gane para el Madrid la Copa de Europa.

Pero existe un segundo argumento plagado de adictos. El numérico. El Madrid ganó la Séptima en 1998 (gracias Pedja), la Octava en París (2000), la Novena en Glasgow (2002), y toca la Décima en... ¡2004! El año par es sinónimo de Champions blanca y además representa el equilibrio perfecto de un club que cada temporada conquista algún título del grand slam. ¿Saben qué les digo? Que una final Madrid-Manchester sería el mejor homenaje al fútbol. Pero yo prefiero el morbo. Sueño con un Madrid-Bayern en territorio alemán. Así le taparíamos la boca a Kahn, Hoeness y demás charlatanes bávaros para los restos.