Yo digo José Ribagorda

Mil y un interrogantes

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Ser seguidor de este bendito club es estar abocado al desconcierto permanente. El último sobresalto nos lo ha provocado saber que no vamos a poder fichar ni a vender jugadores hasta que no paguemos una deuda que tenemos con el Figueres. Al ritmo de contrataciones que llevamos, tampoco creo que sea un serio contratiempo. Tampoco sabemos si el turbio y absurdo conflicto que mantienen Luis Aragonés y Enrique Cerezo nos impide hacernos con los servicios de un nuevo técnico. Asunto menor, a pocas semanas de que el equipo inicie la pretemporada. Por si esto fuera poco, no terminamos de entender ni vislumbrar el futuro económico de la entidad. ¿Quién asumirá la imprescindible ampliación de capital que necesita el club? ¿Cómo quedará finalmente el reparto accionarial? ¿En qué manos quedará el club? ¿Cuál es el horizonte judicial que tenemos por delante?

Cuando el resto de equipos tienen ya prácticamente perfilada la competitiva y austera temporada que viene, nosotros nos debatimos entre mil y un interrogantes que nadie se atreve a desvelar. Al día de hoy, la afición no tiene la mínima excusa para soñar, ni tan siquiera para sentirse, por lo menos tranquila. Y a pesar de ello, los abonos se multiplican en un ejercicio de romanticismo difícil de explicar. La constatación de la existencia de esa inquebrantable masa social es la única certeza en estos días de desasosegante indefinición.

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