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El G-12 crecerá, el G-30 menguará...

Ayer hubo reunión del G-12 en Madrid. El G-12, aclaro para quien no lo tenga claro, es la agrupación de los doce clubes más importantes del fútbol profesional. ¿Y quién decidió que esos eran los más importantes? Eso es lo curioso: lo decidieron los demás, constituidos en G-30 en proclamación explícita de su inferioridad. Lo decidieron por exclusión: no os queremos entre los desheredados, os condenamos al paraíso de los ricos. Y así nació el G-12 desconcertado y feliz, liberado porque sí de la natural obligación de solidaridad para con los menos favorecidos.

Y en esas estamos. El G-12, donde están el Madrid, el Barça, el Atlético y todos los grandes que usted pueda suponer menos alguno que primero escogió los enemigos y luego las ideas (caso del Celta y su director general, Alfredo Rodríguez) tiene la sartén por el mango y el mango también. La mayoría de los componentes del G-12 (la mayoría es más de la mitad) ya tiene asegurado su contrato de televisión para los próximos años. Los que no lo tienen, lo están negociando ahora, unos millares de euros arriba o abajo. Pero desde la convicción de que firmarán enseguida.

Así que el Murcia ya se ha pasado, y tras él hay otros (Albacete, Zaragoza...) dispuestos a hacer lo mismo, porque entienden que su pertenencia al G-30 les coloca en una sociedad los clubes de segunda que les lleva directamente a ninguna parte. Y en eso andamos. Ayer fue día de reuniones, de entradas y salidas, idas y venidas, estudio de ofertas reales y manejo de ofertas fantasiosas para el G-30, detrás de las cuales no hay nada. No falta mucho para que todos asuman la cruda realidad: el fútbol vale hoy en televisión lo que vale. Y los que antes lo entiendan, mejor librados saldrán.