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Una elección difícil

Cuando se hizo pública la decisión de conceder al Tour de Francia el premio Príncipe de Asturias del deporte enseguida pensé que nuevamente el jurado había sido, por lo menos, inoportuno. Fue una intuición que enseguida se ha demostrado correcta tras la pantomima del "desacuerdo" con Batasuna montada por el señor Leblanc. Las explicaciones del responsable del Tour son una mezcla de cinismo e hipocresía impresentables que, como bien han apuntado desde el Foro de Ermua, deberían ser contestadas retirándole la distinción. No enterarse de que se ha firmado un acuerdo —que en nada favorece el legítimo desarrollo del euskera— con una organización que está declarada ilegal en España y figura en la lista de organizaciones terroristas en Europa y EE UU, es de una candidez poco creíble y desde luego incompatible con la correosa biografía de un personaje como Leblanc.

Hay muchas personas que pensamos que las autoridades francesas sólo se implicaron de verdad en la lucha antiterrorista cuando vieron que estaban siendo arrastrados a esa misma locura. Conceder galardones en el mundo del deporte siempre me ha parecido una tarea difícil. Pero hay un mínimo de rigor exigible en especial cuando se trata de uno de los premios más importantes del mundo. En sus diecisiete ediciones, se ha premiado a dos ciclistas, pero a ningún futbolista, a tres tenistas, pero sólo mujeres; ¿acaso el nivel del tenis masculino es inferior? Se han concedido diez premios a extranjeros por siete nacionales. Este papanatismo es tan antiguo como español, pero ya va siendo hora que se abandone y se enjuicie con mayor seriedad, sin chauvinismo, pero también sin complejos. ¿Cómo es posible que Di Stefano o Reinhold Messner no hayan sido premiados? El año que Juanito acababa los catorce ochomiles, siendo el sexto alpinista mundial que lograba ese reto imposible, el Príncipe de Asturias recaía nuevamente en una tenista, que se vería poco después envuelta en un escándalo con la Hacienda de su país. Sin duda el hecho de que el jurado se haya movido en un círculo de influencia muy preciso y cerrado ayuda a explicar éste y otros datos no menos asombrosos: de los siete premios nacionales cuatro han recaído en personalidades catalanas, como por ejemplo Sito Pons, al parecer mucho más merecedor del galardón que Ángel Nieto.

Quizás sea ésta la misma razón por la que el año pasado, en una decisión que lastrará el premio Príncipe de Asturias durante mucho tiempo, no se le concedió este galardón al Real Madrid, que había sido nombrado mejor club del siglo. Al parecer el lobby catalán no vio con buenos ojos que se le concediese porque podría molestar en Cataluña. En definitiva, yo también estoy de acuerdo con la gente del Foro de Ermua. Es un insulto para la gente sensata de este país, para las víctimas del terrorismo, para los amantes del ciclismo, para los luchadores por la libertad, que el Príncipe de Asturias vaya este año al Tour de Francia.