NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Una presentación feliz

Bueno, pues yo insisto: me gusta Beckham. Cada paso que ha dado por Madrid nos ha hecho comprender algo más por qué es tan amado y tan deseado en todo el planeta. No le cuesta ser simpático. Ni siquiera se lo hace: es que lo es. "Señor Pérez, señor Di Stéfano". Así empezó su breve discursillo. Y lo terminó con un "¡Hala Madrid!". Muy poquito español, pero lo justo y muy bien aprovechado. Y buenas caras para todos, incluso para el pequeño espontáneo que se ha especializado en burlar todos los controles en este tipo de actos. (Ya lo hizo cuando Ronaldo).

Al mundo le convienen buenas caras, y al fútbol más todavía. El fútbol nació para repartir alegría y esa imagen que vemos frecuentemente de los futbolistas bajando de un autobús con el aire atormentado de una cuerda de presos llegando a la Audiencia no es deseable para nadie. Se empieza así y se acaba montando una bronca porque se ha ganado una Liga. Nuestro fútbol hace tiempo que se contaminó (vía selección de Clemente) de un aire trascendente y grave, ridículo y perjudicial. Gente como Roberto Carlos y Ronaldo vienen muy bien. Y Beckham está en la misma línea.

Y se desveló el secreto: llevará el número 23. El número de Jordan. La decisión puede parecer poco futbolera, pero si usted repasa el artículo que salió aquí mismo anteayer y que hoy va repetido dos páginas más atrás, convendrá en que los criterios que se han manejado son más futboleros de lo que en principio parece. Y si además sirve para enviar un guiño a uno de los más grandes deportistas de la historia, estupendo. Y si encima se vende (y el primer día se vendieron ocho mil, me dicen), mejor que mejor. Pero no se confundan: no ha venido a vender, aunque venda. Ha venido a jugar y jugará bien.