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Primera | Real Madrid 3 - Athletic 1

Ronaldo ya tiene su Liga

Goles brasileños en la noche del alirón. El Athletic dio mucha guerra mientras Yeste tuvo gas

<b>ROBERTO CARLOS, ESPLÉNDIDO</B>. El lateral dio el pase del primer gol de Ronaldo y marcó de falta el segundo.
j. Aguilera, M. muñoz, f. sevillano, ch. Díaz, c. martínez, a. gonzález y p. andrés

!Alirón! El viejo grito resonó de nuevo en el Bernabéu al término de una noche calurosa y apasionada, en la que el Madrid cobró por fin el premio mayor de la temporada española. Lejos de allí, en la orilla del Cantábrico, la Real peleaba por sus últimas posibilidades. Ganaba al Atlético, como era de rigor, metía miedo al Bernabéu hasta donde le fue posible y finalmente entregaba una tarjeta con 76 puntos, uno más de los que consiguió el Valencia hace un año para ser campeón. Y algo más lejos aún, a la orilla del Mediterráneo, el Barcelona ganaba al Celta y le ofrecía a su nuevo presidente un regalo, modesto, pero muy bueno en estos tiempos de necesidad: la clasificación para la Copa de la UEFA. Una parte de la cual se la debió al Real Madrid. Cosas de la vida.

Porque en el Bernabéu se jugaban tres partidos en realidad. Pero sobre todo se jugaba uno, que era el que decidía todo lo demás. Y en ese uno se pudo ver, de salida, lo que ya se sabía de antemano: que el Athletic ha alcanzado este final de temporada muy fuerte, con un juego correoso para quitar y elegante para construir. Con una perla al mando, Yeste, cuya primera hora del partido fue para enmarcar. Dueño del balón y del medio campo, reinó sobre Makelele y Guti, fue dueño del partido y de la pelota y prolongó su juego con peligro casi siempre por la banda derecha, donde Etxeberria ha terminado la temporada a lo grande.

Frente a tanto buen juego, el Madrid reculaba. Salía con dudas, intentando tocar pero sin la decisión necesaria por esa apuesta. Entre intentos de buen juego se colaban acciones individuales un poco nerviosas o impremeditadas destinadas a morir ante la decidida presión del Athletic. Y otro balón a Yeste y vuelta a empezar. Y así una y otra vez, incluso cuando ya hubo llegado el primer gol del Madrid, que se supone que podría haberle tranquilizado. Fue en una salida que progresó con varios toques y terminó con una de esas acciones tan del Real Madrid, precisas, indefendibles: Figo en profundidad a Roberto Carlos, centro de Roberto Carlos que pasa como un cuchillo entre la defensa de Aranzubía y remate, un poquito de atropellada, de Ronaldo. Gol número veintidós del mejor jugador del mundo, ése que nunca falla cuando sabe que ganar es imprescindible.

Pero el Athletic seguía ahí, tejiendo su juego. Buen juego, capaz de reponer a su equipo de un revés tan serio y tan temprano. Y el Madrid agrupado atrás, saliendo con timidez y confusión. Y llegando de cuando en cuando, una vez cada diez minutos, más o menos. Dos de esas llegadas dejaron a Raúl mano a mano con Aranzubía, pero no atinó. Y venga Yeste a darle vueltas a la manija, y venga el Madrid a esperar, y cuando ya parecía que el Athletic era capaz de hacerlo todo bien menos marcar, se produjo una subida de Alkiza sin que nadie le molestara y un tiro desde más de veinte metros que pasa junto a la cabeza de Hierro y deja a Casillas clavado. Empate. Susto descomunal. Un solo gol en Anoeta dejaba al Madrid sin título.

Pero la suerte para el Madrid fue que el empate no llegó a secársele encima. Justo al límite del descanso, otra jugada de ataque que resulta, falta a Ronaldo al borde del área, muy centrada y todos pendientes de Roberto Carlos. Alguien lamentó: "Si estuviera ya Beckham". Pero no hizo falta. Roberto Carlos cerró los ojos, soltó el bambú y su disparo homicida mandó al madridismo feliz al descanso.

Y feliz regresó de él. Los diez primeros minutos de la segunda mitad fueron una exhibición digna de los galácticos. El gol se resistió y cuando pasó la tormenta el Athletic se preparó de nuevo para ocupar el campo. Pero, ¡ay! a Yeste ya no le quedaba aire. Lo había dado todo. Desde que se constató tal cosa, el Madrid era campeón. Lo corroboró con un nuevo gol de Ronaldo, tiro cruzado a pase de Zidane. El número veintitrés. (Te han faltado dos, pero te lo vamos a perdonar).

Y luego, sí. Fiesta de fin de curso, gritos de campeones, cambios para premiar a Morientes, Solari y Pavón, en cuyo nombre participaban en la fiesta todos los suplentes de este soberbio equipo, al que quizá se le escapó la Champions porque el mejor jugador del mundo tuvo molestias en el sóleo en la fecha más inoportuna. Pero que ayer alcanzó el otro premio gordo de la temporada. El que se alcanza con el esfuerzo de cada día.

Homenaje en los cambios del Real

Con la Liga en el bolsillo, Del Bosque hizo tres cambios para que el Bernabéu ovacionara a Ronaldo (entró Morientes), Zidane (entró Solari) y Hierro (entró Pavón).