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Sólo un caso de fobia personal

Acaba la Liga esta noche, el Madrid tiene una mano sobre ella (la otra la tiene la Real) y aún no se sabe qué va a ser de Del Bosque. Una Champions, una Liga, una Champions, quizá esta Liga... Y algún complemento más, como la Intercontinental y la Supercopa europea. Llegó al banquillo cuando la situación era muy mala, con Toshack gamberreando, el equipo muy retrasado en la tabla y gran desconcierto institucional. Ese mismo año rehizo la situación hasta conseguir la Champions. Con Iván Campo y Karanka en la defensa, y con un portero de diecisiete años.

Luego vino lo demás. Un galáctico cada año y un equipo compuesto a la medida de los jugadores, no de un modelo táctico prêt a porter de los muchos al uso. Se suele decir que el fútbol es de los futbolistas, porque queda bien decirlo. Pero hasta ahora ningún entrenador había tenido el atrevimiento de demostrarlo hasta las últimas consecuencias. ¡Si hasta Valdano rebotó con Laudrup! Esa ha sido ya la aportación del Del Bosque a la historia del fútbol. A cambio ha pagado un precio: su mano izquierda con la plantilla le ha ido creando una mala fama de hombre débil y consentidor.

Y en esas está Florentino, que hasta ahora todo lo ha hecho bien y que de repente se ha atascado en un asunto que pone al club en lenguas y le hace parecer a él indeciso. Florentino escucha a mucho amiguete que le recita al oído las deficiencias de Del Bosque, que las hay, y eso le alimenta una fobia personal, de raíz básicamente química, que le ha ido creciendo con el tiempo. Ya se sabe que la principal causa de divorcio es el matrimonio. Pero debería pensar que cada galáctico que ha venido lo ha hecho huyendo de un entrenador duro y que más vale bizcochón conocido que nazi por conocer.