La honrilla y el título

Desde que tengo uso de razón ha ocurrido pocas veces. Que Atlético y Madrid, en gran parte, decidan un título es como un regalo. Veo inquieto a Ribagorda, tanto como a Florentino. Ambos son forofos, residentes en Madrid y muy pragmáticos pese a sus colores. Me gusta que los dos duden. Parecería que uno se juega la vida y el otro nada, pero no es cierto. El orgullo de cien años rojiblancos es tan valorable como un campeonato, o más. Por eso estoy convencido de que la Liga pasa por Madrid. Ya, ya sé que si la Real gana en Vigo, el resto sirve de poco. Pero creo que los donostiarras lo pasarán mal con el Celta y, entonces, lo del Calderón será pura tragedia griega. La locura.

De una cosa estoy convencido: el Atlético saldrá a muerte. Y eso puede ser su tumba. Han sobrado declaraciones como las de Pavón o Casillas. Si picas al eterno rival, peligro. Pese a todo, la diferencia de lo que está en juego debería inclinar la balanza. Pero hay algo en lo que pocos han reparado: el estado de ánimo de Luis Aragonés. En otras circunstancias, Luis sería pieza clave. Ahora no. Es imposible dudar de su profesionalidad. Pero Luis necesita marcha, y ahora no la tiene. Justo lo que sí atesoran los jugadores del Madrid, pese a que el entrenador casi arroje la toalla a la hora de pronosticar sobre su continuidad. ¿Quieren pronosticar? Partido para Ronaldo... o para Albertini.