Experto en romper estrategias
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Al Manchester, que defiende muy mal, le hizo tres goles. Al Valencia, que defiende muy bien, dos. Eso demuestra que el secreto para frenar a Ronaldo es tan inalcanzable como la fórmula de la Coca-Cola. Diría más, cuando algún erudito ha inventado algo nuevo para secar al brasileño, se ha dado el guantazo. No digo que Lotina no esté capacitado para sorprendernos, que lo está, ni que no esté obligado a estrujarse el cacumen, que para eso le pagan, pero todo lo que sea pintar un dibujo estrambótico en la pizarra, tiene serio riesgo de ser triturado por un jugador único en el fútbol mundial. La manera de meterse entre Ayala y Pellegrino para firmar su segundo tanto en Mestalla, explica de forma sencilla y práctica su instinto de gol.
Ronaldo lo pasa peor en el Bernabéu, no porque haya menos espacios, sino porque los rivales cierran mejor el pase. Su mayor enemigo es cuando hay atasco en la medular. Él no vive de los centros desde la banda, ni de jugadas a balón parado, vive casi exclusivamente de los pases de veinte metros que nacen casi desde campo propio. Cuanto más se presiona ahí, más sufre Ronaldo. Pero he visto muchos partidos donde Zidane, Figo, Guti o Raúl, socios naturales del delantero, no pueden contactar con él en ochenta minutos. Basta que le vean un desmarque para que llegue el gol. Es más, cuanto más se le marque de forma individual, peor. El resultado es inútil y encima se deja hueco para que entren otros. Entonces, ¿rezar? Es una opción.
