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Se creen que Rajoy les va a arreglar algo

Asisto con un dolorido escepticismo al patético esfuerzo del G-30 por encontrar algo o alguien que les rescate de su infortunio. Ayer votaron que no habrá Liga "hasta que haya una oferta satisfactoria de derechos de televisión". Pues la peor forma de conseguir esa oferta es anunciar que la Liga no va a empezar en su fecha y disgregar el organismo que la representa en un G-30 y un G-12. Por cierto: de los treinta de la facción peronista ya hubo ayer uno, el Valladolid, que enfermó. Otro, el Murcia, que se desapuntó. Seguirán otros. El G-12 les espera con los brazos abiertos.

El problema para el G-30 es que cada vez que les dan coba se lo creen. Ya el verano pasado, la Liga contrató una consultoría que por una millonada les hizo el informe que ellos querían leer: que los derechos de televisión de la Liga valían muchísimo. Con eso, más la falsedad propalada por Pedro Tomás de que el banco del Espíritu Santo les iba a dar, de baracalofi, 40.000 millones como caja de resistencia para aguantar un año sin televisión, siguieron en el viva el lujo y quien lo trujo. Y mientras quebraba Kirch. Y el calcio hacía crisis. Pero ellos no se daban por enterados.

El Madrid, el Barça y el Atlético renovaron por su cuenta. Otros nueve clubes (fuertes, próximos a alguna autonómica, y sensatos) se arrimaron a ellos. Eso es el G-12. Enfrente queda ese G-30 que confía en que Rajoy les dé más dinero de las quinielas. Y Rajoy les da coba, porque sin G-12 no hay quiniela. Pero ellos pretenden hacer como que se lo creen y aprovechan esa ficción para crecerse y votar que no habrá Liga. De momento ya se han descolgado dos. Este fin de semana se habrán descolgado otros cuatro. Los demás estarán vendidos. Y a ver qué les dice entonces Rajoy.