Hacia la Premier League española

La Liga de Fútbol Profesional se rompe, parece que inevitablemente. Compuesta por 42 clubes, toda la Segunda y toda la Primera, su unidad siempre ha sido un poco precaria, porque los problemas y los intereses son muy distintos. Y cada vez que está en puertas la renovación de derechos televisivos, los lazos se disuelven con más facilidad. Independientemente de la cantidad global que se obtenga de las televisiones, es imposible encontrar una fórmula de reparto que satisfaga a todos. Tan difícil como hallar la ley de sucesión de los números primos.

Y en la pelea por los derechos y los repartos se constituyó un G-30, con los treinta en la práctica más modestos (salvo algún despiste, como el del Celta) pensando que su unión haría la fuerza. Y amenazaron con retrasar la Liga. Pero les ha salido el tiro por la culata. Los doce restantes están encantados de hacer la vida por su cuenta. Dejan la puerta abierta a cuatro o seis más (los primeros que deserten del G-30) y allá se las componga el resto en una Segunda que por lo que a ellos respecta puede empezar pronto, tarde o nunca. No lo consideran su problema.

Algo parecido ocurrió en Inglaterra, con la creación de una Premier League. La experiencia mejoró el desarrollo del fútbol de altura, desconectado de las cuitas del fútbol profesional menor. La diferencia es que en España la Ley del Deporte no lo permite. Sólo admite una Liga Profesional por deporte. Quizá por eso el G-12 empieza por autobautizarse no como Primera Liga, sino como Agrupación de Interés Económico G1D . (Siglas de Grupo Primera División). ¿Colará? Veremos. Pero de momento los que están en situación casi desesperada son los del G-30.