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Gil se va, o eso es lo que hay a día de hoy

Gil quiere dejar el Atlético. Está cansado. En las centrales encontrarán ustedes una larga entrevista en la que expone sus razones, que cabría sintetizar así: piensa que desde el descenso ha perdido respeto y cariño de la afición; piensa que le han potreado Futre, Luis y alguno más; piensa que hasta Cerezo y su hijo Miguel Ángel le ven ya como un engorro para el club; piensa que se pasa la vida buscando dinero para pagar a futbolistas la mayoría de los cuales no responde a sus desvelos con el sacrifico debido; piensa que no tiene nada que esperar ni que ofrecer.

Eso era así a día de ayer. La pregunta es si seguirá siendo así a día de hoy, y dentro de una semana. Después de una larga conversación con él saqué la conclusión de que sí, de que su hartazgo es definitivo. Pero queda un hilo suelto: Gil quiere irse pero tras encontrar a alguien que se haga cargo de algunas hipotecas sobre bienes propios que tiene colgadas, a las que acudió para hacer frente a gastos inaplazables del Atlético. Así visto parece un desafío a la organización Señales de Humo y a Ignacio del Río, que estaban preparando un asalto al club.

Algunos se malician que esta maniobra es más que nada un desafío a ese grupo. Algo así como "si queréis el club, liberadme de mis hipotecas y tenéis el campo libre; si vais sin un duro, dejad de enredar". Yo no lo creo. Yo creo que su deseo de salir es sincero. ¿Y qué va a ser ahora del Atlético? Pues que con o sin Gil necesita un dinero que no tiene. ¿De dónde puede salir? A corto plazo, de las quinielas, que acabarán por remediar la crisis global del fútbol español. A largo plazo ya veremos. Si no hay moderación, tendrá que acabar vendiendo el Calderón y marchándose a La Peineta.