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Madrid basket: entre el burro y el purasangre

La gente se admira: ¿cómo puede ser que el Madrid de baloncesto vaya tan mal? La respuesta es simple: porque Florentino no sabe qué hacer con la sección. Se mueve entre dos posibilidades: darle cada vez menos paja al burro hasta que el burro se muera, o cambiar el burro por un purasangre e inscribirlo en la NBA. En lo que no se siente a gusto es en lo de ahora. Lo de ahora consiste en tirar 2.500 millones de antiguas pesetas al año a mayor gloria de desahogados que se lo llevan en sus distintas funciones de managers, jugadores, entrenadores, segundos o lo que sea.

Se lo llevan y además se quejan: "No nos hacen caso", es su reclamación general. Es verdad. No les hacen caso. Y ya se sabe: cuando el gato no está, los ratones bailan. Llega Imbroda, seleccionador nacional, ficha a toda prisa a tres descartes del Barça y se va al Mundial. Tarlac, que ya fue un bluff en la NBA, se pone triste y se quema una mano. Viene un tal Mulaomerovic que lo va a arreglar todo y no arregla nada. Y Gorka Arrinda, que ya había arramplado con lo suyo, repesca a un tal Núñez que tampoco sirve de nada. Y está por ahí Lampe, cedido a la Complutense, al que quieren en la NBA.

"No nos hacen caso", se quejan. Pero deberían festejarlo, porque destrozan 2.500 millones entre quince o veinte (el reparto es jugoso) y nadie se lo demanda. Todos ellos ganan más que Portillo y a cambio no devuelven nada. La gente no va a verlos, los contratos de televisión se esfuman, sus fracasos ni siquiera escuecen. Si sale alguno bueno, se irá a la NBA. ¿Para qué quiere esto el Madrid? Eso es lo que nadie sabe responder. Quizá algún día haya ocasión de entrar en la NBA y fabricar un purasangre. Hasta entonces todo consiste en calibrar cuánta paja se le da al burro para que viva o muera.