NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Suspenso al Bernabéu

Cuando uno era un adolescente, sobrado de atrevimiento y escaso de barba, asistía a las noches europeas del Bernabéu como si fuese un concierto de Bruce Springsteen o de mis añorados Dire Straits (lo siento amigo Segurola, a mí me fascinaban). Te llegaba el Borussia, el Inter o el Anderlecht con un saco de goles a su favor y el Bernabéu se engalanaba como si fuese un dragón con 100.000 cabezas cuyo fuego abrasaba a los invasores, que regresaban a casa eliminados, cautivos y desarmados. El ‘miedo escénico’ inmortalizado por Valdano era una entusiasta realidad. El Bernabéu rugía desde el minuto uno y los enemigos se arrugaban como colillas ante Gallego, Juanito, Buyo, Gordillo...

Por eso el martes me cabreé por primera vez en mis 38 años de existencia con la que considero la afición más entendida del mundo. No se puede ser un Tendido del 7 gigantesco en una semifinal de la Copa de Europa ante un rival timorato que no propuso ni fútbol ni espectáculo. Sólo patadas. El Madrid buscó siempre a Buffon, cuidó la pelota y se repuso de la ausencia de Raúl, del gol inmerecido de Trezeguet y de la lesión de Ronaldo. Pues ni así empujaron esas 74.000 almas en pena (sólo se salvaron los chicos del Fondo Sur) que debían creerse que estaban en la Opera. Doy un suspenso a mi amado Bernabéu. Que vayan a Old Trafford y aprendan cómo se anima con el corazón...