Yo digo J. J. Santos

Cuando la excitación se hace fútbol

J.J.Santos
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Hoy no puedo reproducir lo que oí en la grada. La afición de las manos en los bolsillos, en días como el de ayer, pierde la compostura. Durante muchos minutos pensé que la táctica de Luis Enrique y Puyol, acelerados y desorbitados, era errónea. En media hora se habían cargado de tarjetas, iban perdiendo y, además, se desesperaban ante la frialdad de los jugadores del Madrid, que contrastaba con el rugido del respetable. Era pura excitación. El asturiano jugaba como lo hacíamos en el patio del colegio cuando estábamos picados con el sabiondo de enfrente. Le faltaba sacar la lengua y mordérsela, en ese gesto suyo tan característico y antiestético a la vez. Pero entró al trapo Zidane y el desquiciamiento empezó a cambiar de bando. Curiosamente coincidió con el gol del empate...de Luis Enrique.

El belicismo de dos jugadores azulgranas se complementaba con la cabeza y el fútbol que ponían los otros nueve. Y eso mataba al líder, que nunca conseguía tener el balón. Toque, toque y toque de Xavi, Overmars o Kluivert y gresca permanente de Luis Enrique. El socio ya no sabía si seguir buscando nuevos insultos para el veintiuno del Barça o guardar energías para pitar a Makelele y Flavio, los elegidos para justificar el bloqueo de juego de los suyos. Se quedaron con esto último y el Madrid lo acusó. Sin aparentarlo, parecía que los únicos que tenían cuentas pendientes para dar y tomar eran Ronaldo y Figo. Ellos mantenían vivo el intercambio de golpes. Curiosamente, a mi alrededor, nadie reparaba que parte de la Liga estaba en juego. Al final, ganó la excitación.

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