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La cara insufrible del Madrid

Virus FIFA, más astenia primaveral, más vísperas del Manchester. Todo ello junto dio lugar a un primer tiempo del Madrid verdaderamente impresentable, en el que estuvo a merced del Rayo (cuatro tiros a puerta en ocho minutos, un gol en el noveno) y en el que sólo Figo pareció tomarse en serio aquello. Era Figo contra once. Y once bien plantados, con intención, conscientes de cuáles eran sus cartas y decidido a jugarlas. En el Madrid fracasó con especial estrépito el triángulo Flavio-Cambiasso-Guti. Sin quite, sin ritmo, sin juego, sin interés. Una pura calamidad.

Del Bosque remedió algo las cosas metiendo a Solari tras el descanso. Solari es jugador que merece pole position entre los suplentes, o poco menos. Aporta intensidad y desborde. El sacrificado fue Cambiasso, que ayer volvió a perder muchos enteros, del mismo modo que Guti rearmó los argumentos de los que defienden que es un buen para ratos sueltos con el equipo lanzado, pero que cuando juega de salida no arrastra. Respecto a Flavio, todo lo que hizo fue confirmar que todavía es un colado entre los titulares. En todo caso, sin Makelele ni Zidane la media del Madrid fue un solar.

Suerte para el Madrid que el Rayo se metió demasiado atrás. Se asustó con el apretón del primer cuarto de hora de la reanudación y se embotelló. Un Madrid tan perezoso y tan falto de quite agradeció que le perdonaran cincuenta metros. Y aun así, en el minuto 85 aún perdía. Luego, por esas cosas del fútbol, llegaron tres goles. Dos de Morientes, recuperado para la causa el día de su vigesimoséptimo cumpleaños, y otro de Portillo, que siempre está. Dio pena por el Rayo, que no merecía ese castigo. Y dejó un gran alivio en la afición blanca, que sabe que en días así se pierden ligas.