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El héroe de las nenas

Creer que íbamos a ganar a los armenios por nuestra cara bonita era un ejercicio de profunda ignorancia futbolística. Primero, porque estos tíos de patilla generosa y nariz de dimensiones bíblicas venían de tumbar a los noirlandeses, esos que hace 21 años nos ridiculizaron en Mestalla por culpa de un tal Armstrong, que luego acabó metiendo goles y bebiendo cerveza en Mallorca. Y segundo, porque si uno nace armenio deben quedar pocas opciones de hacer algo grande en la vida (al menos, que tenga repercusión más allá de sus jóvenes fronteras) salvo que triunfes en el Festival de Eurovisión o que jugando al fútbol seas capaz de derrotar a esa eterna aspirante a ganar los concursos de belleza pero que tantas veces ha roto sus tacones en la pasarela: España.

De ese discurso catastrofista sólo se libran aquellos que no crecieron con las frustraciones vividas con episodios desafortunados como los de Cardeñosa o Eloy. Raúl, porque es frío como el hielo y duro como el acero, y Casillas, porque desde que nació hace 21 años siempre supo exprimir su talento natural en la portería con la madurez propia de un jubilado, son los que se salvan de esa neumonía a la española. Iker, que de negro es un muro, fue determinante con 0-0 en el marcador. Para variar... A un tal Artavazd Karamian, con un perfil patibulario, le sacó un balón de gol clave que se convirtió en la atractiva antesala de los eurogoles salvadores de Tristán, Helguera y Joaquín. Iker tiene enamoradas a las nenas y hasta terminará haciéndolas futboleras. España necesita eso. Tipos que roben los corazones de la gente joven. Nos vamos a la Portugal de Figo, que marcó anoche. Como Zidane y Beckham. Un miércoles perfecto.