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En un partido que merece alfombra roja por las toneladas de talento que se concentrarán en el Bernabéu ya entrada la noche, será inevitable que por el cuerpo de muchos transite sin pudor el fantasma del Centenariazo. Mi admirado Valdano ve aquella final de Copa del Rey como "un partido prehistórico". Yo no llego tan lejos. Me cuesta borrar de mis registros memorísticos los dos goles que Sergio y Tristán inocularon entre las piernas de César. Al menos, el 6-M sirvió para encender el orgullo de una plantilla que sufrió una puñalada que no llegó a ser mortal gracias a la conquista de la Novena y el megagol de Zidane en Glasgow. Pero sí dejó daños colaterales que el Madrid no debería olvidar si hoy pretende abrir esa brecha de seis puntos que el viernes reclamaba el genio marsellés.

Del Bosque y sus chicos deben mirar para atrás con autocrítica y no temer convertirse en estatua de sal como la mujer de Lot. La clave pasará por buscar a Ronaldo (el crack no estuvo presente en aquel Madrid-Depor y su mente está ‘limpia’ de malos recuerdos), a Raúl (que siempre le marca al Deportivo en el Bernabéu) o a ese Zizou que ante los gallegos siempre tira de repertorio. No olvido a Roberto Carlos, que desde Montjuïc nos ha creado un estado de ansiedad entre los que vemos en él al mejor extremo del mundo. Enfrente, el Deportivo amenaza con un portaaviones como Mauro Silva, un destructor como Makaay y dos misiles inteligentes como Fran y Tristán. Por eso ésta será una noche de oscars en la que el glamour (no me refiero a ese hotel del petardeo de los famosos) lo pondrán los jugadores. Lluvia de estrellas en el Bernabéu con el título de Liga en juego. Yo, desde luego, no me lo pierdo.