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El penalti de Panenka no es una burla

Viqueira falló un penalti modelo Panenka ante el Betis y se lo querían comer. Es el riesgo que tiene este modelo de lanzamiento: si falla, resulta ridículo. O aún peor: parece que el lanzador ha querido burlarse del portero y que su equipo pierde el gol porque él ha querido hacerse el sobrado. Pero en realidad es una fórmula muy segura, tanto o más que otras, y si no se recurre con frecuencia a ella es justamente porque el fallo, aunque improbable, se digiere mucho peor que cuando se produce con lanzamientos más ortodoxos. Pero se fallan penaltis de todas las maneras.

Y más este año en nuestra Liga, no sé por qué. Se está fallando el 32%, prácticamente uno de cada tres. Mirando temporadas anteriores, también en nuestra Liga, nos encontramos con porcentajes de fallos que van desde el 19 al 24%. Niveles que coinciden con los que se han venido produciendo en el fútbol durante muchos años. ¿Por qué se fallan más ahora en nuestra Liga? Puede ser simple casualidad, aunque tan avanzada como está la temporada la tendencia merece ser estudiada como algo más que mera casualidad. ¿Mejoran los porteros? ¿Empeoran los lanzadores?

El penalti es una jugada equívoca en la que el verdugo se puede convertir en víctima con facilidad. El portero no tiene nada que perder y sí mucho que ganar. El chutador tiene que marcar o marcar, y cuando va hacia el balón se siente más solo que la una, mientras el portero se sabe respaldado por la solidaridad general. Por eso yo valoro la valentía de los que recurren a la suerte de Panenka, la más ingeniosa y más arriesgada cara al público, pero que al tiempo ofrece unos índices de éxito muy altos. Aunque alguna vez, como le ocurrió a Viqueira, un sólo centímetro prive del gol, con Prats ya vencido.